¿Y quién coño escucha mis palabras? A veces la realidad es tan aburrida, que no paras de imaginar, y llega al punto en el que decides que quieres cambiar, pero sabes que es otra promesa tonta que al fin y al cabo sabes que no cumplirás, otra promesa rota a vete a saber quién, en mi caso a Dios, gracioso ya que no creo en él.
Y eso es así, cuando nos conviene, tenemos Fe en la cosa más absurda e irreal que conozco. Puede que no todos piensen igual, y posiblemente sean más de los que yo pueda contar, un, dos, tres, mil? Sinceramente me da igual, os prometería tener en cuenta los sentimientos de los demás, pero a estas alturas, no seria más que otra promesa sin futuro, por eso, a la mierda las promesas, es hora de hacer lo que yo quiera y a los demás, bueno, que recen a Dios.
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